El otro día, un tweet de la Casa Real Española se refería a los deportistas paralímpicos como Superhéroes. No sé para ti, pero para mí podría ser un superhéroe un bombero que entra en un edificio en llamas para rescatar a alguien atrapado, o incluso un médico que abandona la comodidad de su consulta para irse a luchar contra el SIDA o la malaria a zonas necesitadas. Pero, ¿un deportista? Lo siento, pero no.
Hablemos con propiedad. Los deportistas paralímpicos son un ejemplo de tenacidad, de lucha, de esperanza, de saber adaptarse a los cambios de la vida. Son la muestra viviente de que uno sólo está tan mal como cree que está. Pero no creo que lo sean más que muchas otras personas con discapacidad que atienden el mostrador de una panadería, trabajan en alguna administración o en el despacho de abogados que montaron a costa de esfuerzo y ahorro, por ejemplo.
No. No son Superhéroes. Son Deportistas. Deportistas de élite, eso sí. Y como tal les hay que valorar. A aquellos que lo hayan hecho bien habrá que felicitarles y quienes hayan tenido una participación nefasta serán dignos de crítica. Igual que sus colegas hace un mes. Ya está bien de paternalismos ridículos, no son niños a los que convencer de que lo importante es participar. No señor, es deporte de élite. Lo importante es ganar, estar arriba en el medallero.
Y estas grandes alabanzas me parecen todavía más fuera de lugar, sobre todo, porque estos deportistas a los que hoy se les designa como “héroes”, “ejemplo a seguir” y no sé cuántas otras frases grandilocuentes, a partir de la semana que viene pasarán al más absoluto olvido hasta que dentro de 4 años llegue Tokio 2020. ¿De verdad se olvida a los Superhéroes entre hazaña y hazaña?
No. No son Superhéroes. Son personas con sus virtudes y sus defectos. Como tú. Como yo. Como todo el mundo. Y puedo imaginar que entre sus defectos (si se puede considerar como tal), estará enfadarse con frecuencia porque nadie se hace eco de sus logros deportivos. Esos mismos que esta semana les han ascendido a la categoría de héroes.
Porque si cada día se critica la falta de cobertura para muchos deportes, el deporte adaptado es el más minoritario de los minoritarios. Seguramente quien más y quien menos sabe las medallas que Mireia Belmonte ganó en el último mundial de natación en el que compitió. ¿Cuánta gente sabe las que ganaron Teresa Perales o Michelle Alonso? ¿Quién sabe qué equipo de fútbol 7 o de baloncesto en silla de ruedas ganaron las competiciones europeas de clubes? ¿Cuándo volveremos a ver ciclismo adaptado o paratriatlón en esa televisión pública que estos días se da palmaditas en la espalda a sí misma?
Seamos realistas. No es que estos deportistas de élite hagan nada fuera de lo común. Esa sólo es la percepción que tenemos el resto. Porque aquello a lo que no se está acostumbrado, parece fuera de lo común. Y esto ocurre porque sólo una vez cada 4 años nos atrevemos a observar una realidad de la que habitualmente apartamos la mirada. Una realidad que no nos atrevemos a mirar de frente, cuando nos la encontramos en la calle, porque nos recuerda lo vulnerables que somos cada uno de nosotros.
Por eso no sabemos, o preferimos no saber, que estas personas realizan sus “hazañas” con tanta frecuencia como cualquier otro deportista de élite. Como cualquier otra persona con discapacidad (o no) realiza las tareas habituales de su puesto de trabajo. Por eso no conocemos la normalidad diaria de gente común con características únicas. Por eso nos ponemos paternalistas y criticamos amargamente tweets con frases hechas que piden que todo el mundo se ponga en pie en la gala inaugural de los Juegos Paralímpicos. Por eso nos empeñamos en tratar distinto a quien seguramente se conformaría con que le tratásemos igual. Por eso vemos como Superhéroe a quien en realidad sólo está viviendo su día a día. Quien sólo está haciendo su trabajo, viviendo su pasión. Como tú. Como yo. Como todo el mundo. Por eso, en definitiva, le convertimos en víctima a través del halago. Porque se supone, al fin y al cabo, que ningún discapacitado puede lograr cosas. Salvo que sea Deportista Paralímpico y acuda a unos Juegos, claro.
No, no son Superhéroes. Sólo son Deportistas de élite. Y el resto, somos bastante hipócritas.
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