¿Quién no conoce a Michael Phelps? Ya sabes que es el nadador y deportista olímpico más condecorado de todos los tiempos con un total de 28 medallas. Que tiene el récord de oros olímpicos con 23 y el de oros conseguidos de manera individual, con 13. Y también que es el deportista con más medallas de oro conseguidas en una única cita olímpica, con los 8 que logró en Pekín 2008.
Y todo eso sólo en Juegos Olímpicos, puesto que en toda su trayectoria (JJ.OO, Mundiales y Pan-Pacíficos) ha acumulado un total de 59 oros, 11 platas y 3 bronces, es decir, 73 medallas en total. De hecho, es considerado el mejor nadador de todos los tiempos.
Pero antes de eso, Phelps no tuvo una infancia sencilla.
Con 7 años era muy hiperactivo y empezó a practicar natación, como hacía su hermana, para controlarla. Pero resultó que al principio le daba miedo el agua, especialmente la idea de sumergir la cara en ella. Así que empezó practicando especialmente espalda, hasta que finalmente dejó de tenerle miedo.
Cuando tenía 9 años, sus padres (una directora de escuela secundaria y un policía retirado) se divorciaron, lo que fue un duro golpe para él. Además, poco después su hiperactividad acabó siendo diagnosticada como TDAH (Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad). Por suerte aquello no supuso ningún inconveniente para continuar con la natación y para que, con 10 años, marcase su primer récord nacional en 100 metros mariposa.
Y ese fue el inicio de una historia que, bueno, ya sabes hasta donde llega…