Hace un tiempo publicamos en este blog un artículo titulado Historia del Fútbol y el Fútbol Femenino. Una de las veces que lo compartimos en Twitter alguien nos afeó hacer esta diferenciación. Según aquella persona, la historia del fútbol sólo era una.
No puedo estar más en desacuerdo.
El fútbol femenino, como la mayoría de deportes, ha llevado su propio recorrido y no ha sido hasta bien avanzado el siglo XX que se ha normalizado su práctica, más a nivel profesional.
Y para muestra, la historia de esta semana.
La historia de Veleta. Uno de los mejores futbolistas del Vélez CF en la década de 1920 y que recientemente se ha descubierto que en realidad era Ana Carmona. Una mujer que se disfrazaba de hombre para poder dedicarse a lo que más quería: El fútbol.
Contenido de este artículo
¿Cómo descubrió el fútbol Anita Carmona?
Ana Carmona, Anita o «Nita» para su familia, nació en Málaga el 16 de mayo de 1908. Era la hija pequeña de un estibador del puerto de la ciudad al que muchos días iba a esperar, junto con sus hermanos, a la salida del trabajo.
Mientras esperaban, Anita empezó a fijarse en unos extranjeros que jugaban con una pelota. Eran marineros británicos practicando un todavía poco popular fútbol.
No tardó en pedir permiso para participar, muy a disgusto de su padre. De hecho, era frecuente que la castigaran sin salir de casa durante días, en un vago intento de disuadirla de aquellas prácticas tan «brutas» y «poco femeninas».
Pero Nita siempre volvía a jugar a la explanada del puerto.
Y lo convirtió en su Pasión
Cuando ya era una jovencita, lejos de olvidarse de aquel deporte, lo convirtió en su pasión.
El padre Francisco Míguez, otro entusiasta del fútbol, creó el Sporting de Málaga. Todos los domingos se disputaban partidos en el pequeño campo que el cura habilitó para ello. Con lo que sacaban de las entradas iban comprando materiales y ayudando a los niños más necesitados del barrio.
Dado que su abuela era la encargada de lavar y zurcir los uniformes, Anita comenzó a pasar por el campo con frecuencia.
Ella y don Francisco congeniaron y este la dejaba entrenar en el campo cuando no había nadie. En una época donde los entrenamientos no existían, la joven se fue convirtiendo en una jugadora por encima de la media. Y esto era lo único que importaba al cura, su nivel de juego.
Empezó a acompañar al equipo en los partidos que jugaba fuera y a disputar algunos encuentros cuando no había jugadores suficientes o alguno se lesionaba.
Si jugaba desde el principio, para disimular ponían una X en la alineación, indicativo de que todavía no se sabía quien jugaría. Además, se recogía el pelo con un gorro, una prenda que muchos jugadores de la época utilizaban para amortiguar los golpes del balón, y así pasar lo más desapercibida posible.
Pero que las mujeres practicaran un deporte como el fútbol todavía estaba mal visto por la mayoría de la sociedad. Así que muchos rivales o espectadores que se daban cuenta de lo que veían, la denunciaban de inmediato.
Cuando esto ocurría el juego llegaba a pararse ante el revuelo que se formaba. Más de una vez salió del campo insultada e, incluso, agredida por el simple hecho de ser mujer. En alguna ocasión llegaron a cortarle el pelo o llevarla detenida por escándalo público, teniendo que interceder por ella el padre Míguez.
Con esta situación, y la continua insistencia de un médico tío suyo de lo peligroso que resultaba este deporte para la integridad física de las mujeres, los padres de Anita Carmona decidieron mandarla a Vélez-Málaga a vivir con otros tíos. Tenían la esperanza de que allí se le olvidara su afición.
El tiro no les pudo salir más por la culata.
Anita Carmona se convierte en Veleta
En Vélez-Málaga tenía más libertad de movimiento y, aprovechando que un par de compañeros del Sporting Málaga ahora jugaban en el Vélez Club de Fútbol, vio la oportunidad de seguir haciendo lo que más quería.
Comenzó a pasar por el campo y hacer amistad con jugadores y familiares de estos. Incluso trabajó como ayudante del masajista. Finalmente, con ayuda de la hermana del capitán del equipo, consiguió convencerle para que la dejaran jugar.
Era una mujer alta y fornida, así que con un vendaje sobre el pecho, el pelo corto y las ropas holgadas que se usaban en aquella época, pasaba desapercibida entre el resto de jugadores.
Los días de partido entraba en el vestuario como limpiadora, salía al campo como uno de los mejores jugadores del equipo y volvía a salir como una chica más. Por eso sus compañeros le pusieron el apodo de Veleta, el cual utilizaban en las alineaciones en un intento de que no fuera descubierta nuevamente.
Incluso durante el partido inaugural del primer campo de fútbol de la ciudad, hizo de dama de honor, junto a la madrina del campo, para luego «convertirse» en Veleta y disputar parte del encuentro.
Sus compañeros la respetaban por ser una gran jugadora. Pocos de ellos habían empezado a jugar a una edad tan temprana como ella y dedicaban tanto tiempo a entrenar.
Por eso la encubrían y guardaron el secreto hasta inicios del siglo XXI, cuando por fin desvelaron que en realidad el apodo Veleta escondía a Anita Carmona.
Nita, un Jugador Destacado
Su pasión por el fútbol la convirtió en «un jugador» destacado de aquella época, tal como relatan algunas crónicas que se conservan. Esto ayudó a que estuviera menos perseguida, aunque cada vez más gente sabía que era una mujer.
Pero la envidia siempre ha sido mala compañera y esta vez también fue la causa de que algunos jugadores se opusieran a su presencia. Era imperdonable que una mujer fuese una de las figuras destacadas del deporte de la región.
Así, con la creación de la Federación Sur de Fútbol y la Junta Local de Árbitros, también apareció una regla que prohibía explícitamente la participación de mujeres en los encuentros destinados a hombres. Una regla claramente escrita para descartarla y desanimar a cualquier otra mujer que pudiera estar pensando en hacer algo parecido.
Tal era la obsesión por evitar que jugara, que esta organización traía guardias a los partidos del Vélez para que impidieran que Carmona pudiera acceder al campo, bajo el pretexto de protegerla de agresiones y denuncias.
Adiós a Anita Carmona. Hola a una Leyenda
Tras 2 ó 3 años jugando en el Vélez CF, acabó volviendo a Málaga. Allí siguió practicando el fútbol hasta que estalló la Guerra Civil Española, gracias a los cambios que trajo la II República en el ámbito del deporte femenino.
Tras el conflicto, murió como consecuencia del conocido como tifus de la garrapata en algún momento de 1940, con apenas 32 años.
Antes de hacerlo pidió ser enterrada con la camiseta del Sporting Málaga, donde don Francisco le había dejado cumplir su sueño por primera vez. Fueron sus propios compañeros quienes organizaron y costearon el funeral.
Después, Anita Carmona y Veleta fueron pasando al olvido, como tantos otros.
Hasta que a fines del siglo XX, Jesús Hurtado empezó a escribir su libro Vélez, 75 años de Fútbol.
Tras investigar intensamente y chocar contra muchos muros de silencio, finalmente alguien contó la verdad: Veleta era una mujer que se travestía en los partidos para jugar entre hombres. La primera que lo hizo.
Y así Hurtado sacó a la luz la historia de esta mujer que, seguramente no fue la primera mujer que jugó al fútbol, pero sí la primera que se atrevió a romper todas las reglas para hacerlo en un equipo.
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