La historia de los Juegos Olímpicos está repleta de imágenes que todo el mundo conoce, incluso si ocurrieron en una época donde todavía no teníamos edad para seguirlos o en la que no habíamos ni nacido. La de Abebe Bikila ganando la Maratón descalzo, es una de ellas.
Pero aquel atleta etíope no entró en la historia por ganar sin zapatillas. Lo hizo por ser el Primer Africano que conseguía una Medalla de Oro, el deportista que abrió la senda al atletismo etíope que hoy conocemos y el primero de los dos únicos maratonistas que han revalidado un Título Olímpico en esta disciplina.
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Abebe Bikila, de proteger al Emperador a correr Maratón
Abebe Bikila nació el 7 de agosto de 1932 en la ciudad etíope de Jato. Curiosamente, en esa misma fecha se disputó la Maratón Olímpica en Los Ángeles.
Ya de niño corría largas distancias practicando un juego local denominado Gena, pero nunca pensó en dedicarse al deporte.
Con 19 años se mudó a la capital del país, Addis Abeba, y un año más tarde, se unió al Regimiento de Infantería de la Guardia Imperial, encargado de proteger al Emperador.
Desde los 17 años ya corría largas distancias por los caminos y campos del país persiguiendo pájaros y otros animales sólo por diversión. Así que cuando el entrenador sueco Onni Niskanen fue contratado para entrenar a la Guardia Imperial, no tardó en descubrir el potencial de Abebe Bikila.
Comenzó a entrenarlo como maratonista, y en 1956, quedó segundo en el Campeonato de las Fuerzas Armadas Etíopes, sólo por detrás de Wami Biratu. A partir de ese momento, empezó la preparación para los Juegos Olímpicos de 1960, que se disputaban en Roma.
Fue precisamente en 1960 cuando Abebe Bikila ganó su Primera Maratón, en Addis Abeba. Un mes más tarde se alzó con la segunda, mejorando el entonces vigente Récord Olímpico.
Primera Medalla Olímpica de Oro para África
El calzado que podía conseguir en Etiopía era muy pesado y podía hacer que Bikila perdiese tiempo con respecto a otros competidores. Para remediarlo, en cuanto llegó a Roma compró un par de zapatillas más adecuado.
Sin embargo, al empezar a utilizarlas no consiguió amoldarlas a su pie y continuamente sufría de ampollas que le impedían correr cómodamente. Fue entonces cuando decidió participar descalzo, tal como hacía en su país natal.
En su momento se dijo, y luego se repitió hasta la saciedad, que el motivo de correr descalzo era que Abebe Bikila quería llamar la atención de Europa sobre la situación del continente africano. No obstante, Tim Judah, que basó su biografía en otra escrita anteriormente por la hija del propio atleta, asegura que los motivos fueron más prácticos que reivindicativos.
Aquel verano era caluroso en Roma, así que la Maratón se inició a última hora de la tarde a los pies de la Colina Capitolina. Tras dos vueltas al recorrido, terminaba en el Arco de Constantino, cerca del Coliseo, ya en plena noche.
Desde el principio, Abebe Bikila se situó en el grupo de cabeza, donde el líder cambió varias veces entre los kilómetros 5 y 20. A partir del kilómetro 25, el etíope y Rhadi Ben Abdesselam se alejaron del resto. En el kilómetro 30 ya llevaban una distancia de 2 minutos.
Permanecieron juntos el resto de la carrera, pero al acercarse al Obelisco de Aksum, a unos 500 metros del final, Bikila se separó y cruzó la meta en solitario.
Entró 25 segundos por delante del marroquí, con un tiempo de 2:15:16.2 y rompiendo el Récord Mundial de Sergei Popov por 8 décimas. Lejos de parecer abatido por el esfuerzo, en cuanto cruzó la meta comenzó a levantar los pies hasta tocarlos con las manos, alternando ambas piernas. Afirmó que podría haber corrido 10 ó 15 kilómetros más sin ningún inconveniente.
La vida de Abebe Bikila tras los Juegos Olímpicos
Cuando Abebe Bikila regresó a Etiopía fue aclamado como todo un héroe. No sólo había conseguido la Primera Medalla Olímpica para su país, sino el Primer Oro de todo el continente.
El propio Emperador Haile Selassie le recibió, le condecoró con la Estrella de Etiopía y le ascendió al rango de Asiraleqa (Cabo). También le concedió una casa para vivir con su mujer, con la que se había casado ese mismo año, y un Volkswagen Beetle con chófer, porque él todavía no sabía conducir.
A finales de ese mismo año hubo un intento de golpe de estado en el que estuvo involucrada la Guardia Imperial. Como miembro de la misma, Abebe Bikila llegó a estar preso y ser interrogado, aunque no tuvo nada que ver.
Con la situación política más estable, en 1961 volvió a competir en carreras internacionales. Se impuso en la Maratón Clásica de Atenas, corriendo descalzo por segunda y última vez en su carrera deportiva, así como en las Maratones de Osaka y Košice.
En 1963 acudió a la Maratón de Boston, donde terminó 5º. Fue la única carrera internacional que terminó sin ganar. Después tuvo un largo periodo de descanso y no volvió a participar en este tipo de carreras hasta 1964, donde ganó nuevamente en Addis Abeba.
Abebe Bikila fue el Primer Bicampeón de la Maratón Olímpica
40 días antes de la fecha marcada para la Maratón Olímpica en Tokio, Bikila empezó a sentir dolores mientras entrenaba. Fue diagnosticado de apendicitis aguda e intervenido quirúrgicamente el 16 de septiembre.
A pesar de todo, viajó a Japón y el 21 de octubre tomó la salida de la Maratón Olímpica. En esta ocasión calzaba unas zapatillas Puma, marca con la que había llegado a un acuerdo.
Se mantuvo en la parte trasera del grupo de cabeza hasta que en el Km 10 comenzó a aumentar el ritmo poco a poco. 5 kilómetros después estaba tercero y poco antes de la mitad de carrera ya estaba líder. Siguió aumentando el ritmo para situarse a 2 minutos de sus perseguidores en el kilómetro 35, y a 3, en el 40.
Cuando llegó al Estadio Olímpico, donde esperaban 75.000 espectadores, lo hizo en solitario. Cruzó la meta 4:08 minutos por delante del medallista de plata y con un Tiempo Récord de 2:12:11.2.
Acababa de convertirse en el Primer Atleta que revalidaba el Título Olímpico de Maratón. Hasta Río 2016 sólo él y el alemán Waldemar Cierpinski, en 1980, han conseguido hacerlo.
Una vez más, lejos de sentirse abatido por el esfuerzo, inició una rutina de ejercicios a modo de celebración.
Fin de su Carrera como Maratonista
Después de ser recibido nuevamente por todo lo alto en su país, Abebe Bikila siguió ganando distintas Maratones. Aunque su racha terminó en 1966 con la Maratón Incheon-Seúl, en Corea.
Al año siguiente, sufrió una lesión en el tendón de la corva de la que nunca llegó a recuperarse por completo y por la que empezó a cojear.
No fue su único problema de salud. A inicios de 1968 y con la tercera medalla olímpica en el horizonte, Bikila necesitó viajar a Alemania para ser tratado de problemas circulatorios en las piernas. Regresó a tiempo para unirse al entrenamiento del Equipo Olímpico en Asmara, con altitud y clima similar al de Ciudad de México.
Sin embargo, este entrenamiento no fue suficiente. Una semana antes de la Maratón Olímpica, comenzó a sentir dolor en la pierna izquierda y se descubrió una ligera fractura de peroné. Tuvo que permanecer en reposo hasta el día de la carrera.
El 20 de octubre de 1968 corrió su última Maratón en la capital mexicana, necesitando retirarse en el kilómetro 16. A pesar de todo, su esfuerzo se recompensó y fue ascendido por 3ª vez. Esta vez al rango de Shambel (Capitán).
Al final de su carrera, Abebe Bikila había conseguido:
- 2 Medallas de Oro en Juegos Olímpicos, siendo el primer corredor capaz de revalidar el título.
- 12 Victorias en Maratones (de 15 en las que participó).
- 2 Récords Mundiales, ambos en Juegos Olímpicos.
Últimos Años de Abebe Bikila
La noche del 22 de marzo de 1969 Bikila perdió el control de su Beetle, que volcó dejándole atrapado dentro. Tardaron varias horas en poder liberarlo y llevarlo al hospital, donde se descubrió que había quedado tetrapléjico.
Pasó 8 meses en un hospital de Inglaterra donde recibió un tratamiento que le permitió recuperar la movilidad de los brazos.
Gracias a ello, un año más tarde empezó a entrenar en tiro con arco y tenis de mesa en silla de ruedas. Durante el verano compitió en ambos deportes en los Juegos de Sillas de Ruedas Stoke Mandeville, precursores de los Juegos Paralímpicos. Siguió compitiendo en estos dos deportes y también ganó carreras de trineos de perros campo a través.
En 1972 participó, como invitado especial, en la Ceremonia de Inauguración de los Juegos Olímpicos de Múnich. El Estadio Olímpico le recibió con una gran ovación.
Poco más de un año después, el 25 de octubre de 1973, falleció a los 41 años de edad por una hermorragia cerebral, consecuencia del accidente de tráfico sufrido 4 años antes. Fue enterrado con todos los honores militares en un funeral de estado al que asistieron más de 65.000 personas, incluido el Emperador del país.
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