Fue en el 490 a.C, en Grecia. Tras ella Filípides corrió más de 40 kilómetros cargado con su equipamiento militar y al llegar a Atenas murió.
Esta historia fue la chispa que dio lugar a la prueba que ahora conocemos como Maratón. ¿Te parece si lo vemos todo un poco más en profundidad…?
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La Batalla de Maratón y el Mito de Filípides
Como es habitual con acontecimientos de la antigüedad, no siempre se sabe qué ocurrió realmente. Los documentos de los que se obtienen los datos fueron escritos años más tarde. En muchas ocasiones, incluso los historiadores no habían nacido cuando se desarrollaron los hechos que narran.
La Batalla de Maratón y la proeza de Filipides no están exentos de esto y por eso existen distintas versiones. Aunque como también suele ser habitual, hay una con más aceptación que el resto:
Corría el año 490 a.C y los persas desembarcaron en las costas de la ciudad griega de Maratón. Su intención era someterla antes de hacer lo mismo con Atenas, situada a unos 40 kilómetros de distancia.
Los atenienses acudieron a Maratón para impedir el avance persa y en la ciudad quedaron únicamente mujeres, niños y ancianos. Todos ellos eran conscientes de las torturas y castigos a que estos serían sometidos si los persas alcanzaban Atenas. Así que se acordó que las propias mujeres acabasen con la población local y sus propias vidas si para una determinada hora no tenían noticias de la victoria griega.
Los griegos consiguieron imponerse dando fin a la Primera Guerra Médica y protagonizando uno de los acontecimientos bélicos antiguos más conocido. Pero la batalla había durado 5 días, mucho más de lo esperado.
Apenas quedaba tiempo para la hora límite establecida en Atenas. Filípides, uno de los soldados más veloces, se ofreció a correr hasta allí y anunciar el triunfo. Para que pudiesen reconocerle como aliado llevaba toda su indumentaria y equipo de soldado griego. Corrió sin descanso para llegar a tiempo. En cuanto cruzó las puertas de la ciudad cayó desplomado. Tan sólo tuvo tiempo de transmitir su mensaje antes de morir: «Victoria. Victoria».
El primer Maratón Moderno
Cuando en 1896 se organizaron los primeros Juegos Olímpicos de la Historia Moderna, se buscó la manera de vincularlos a los Juegos Olímpicos Antiguos por el mayor número de nexos posibles.
Como se celebraban en Atenas, al filólogo francés Michel Bréal se le ocurrió que podrían recrear la carrera de Filípides. A Pierre de Coubertin y, especialmente a los griegos, les encantó la idea.
Grecia se estaba tomando aquellos Juegos Olímpicos muy en serio y esta prueba era la más importante de todas. Así que organizaron carreras previas para seleccionar al mejor corredor posible para la misma. En una de ellas compitió Spiridon Louis, un comerciante de agua sin mayor interés en el evento. Su antiguo coronel del ejército era el encargado de organizar aquella clasificación y le convenció para hacerlo. Resultó el elegido.
El 10 de abril de 1896 se llevó a cabo la carrera por la que todos habían esperado. Para emular al máximo la historia, los corredores tomaron la salida en la ciudad de Maratón. La meta se encontraba en el Estadio Panathinaikó.
Grecia había llegado a aquel día sin ninguna victoria en pruebas de Atletismo y el desánimo era patente en el Estadio. El abatimiento se incrementó cuando llegaron noticias de que Louis no iba entre los corredores de cabeza. El atleta había pasado los dos días previos en ayuno y oración, pero no parecía servir de nada.
Las cosas no tardaron en cambiar. El representante griego empezó a remontar y con cada posición que ganaba se enviaba un mensaje al Estadio, que poco a poco fue adquiriendo ambiente festivo.
Finalmente, Spiridon Louis entró solo al Estadio Panathinaikó. Cruzó la meta del primer Maratón de la Historia Moderna en solitario. Lo hizo en 2 horas, 58 minutos y 50 segundos después de haber tomado la salida. El Estadio se venía abajo, los griegos por fin habían conseguido su ansiado triunfo en Atletismo y no lo habían hecho en cualquier prueba sino en la más importante de todas. Louis se convirtió en el héroe de aquellos Juegos Olímpicos.
El Maratón llegó para quedarse
Después del éxito en aquella primera edición, se decidió continuar organizando el Maratón en todos los Juegos Olímpicos posteriores. La distancia era variable entre los 40 y 42 kilómetros, según los puntos que los organizadores elegían como salida y meta.
En los Juegos Olímpicos de Londres 1908 la distancia acabó alargándose unos metros más, concretamente alcanzó los 42,195 kilómetros. La salida fue bajo el Balcón Real del Palacio de Windsor y la carrera transcurría hasta el Estadio White City.
Se dice que el punto de salida fue impuesto por la Reina de Inglaterra para que los Príncipes de Windsor pudiesen verla desde sus aposentos (en ocasiones se dice que fue la meta aunque se sabe que terminó en el Estadio). Sin embargo, los documentos parecen indicar que los propios organizadores solicitaron hacer la salida en algún punto de los jardines de Windsor para evitar interferencias del público durante la misma.
Sea como sea, aquella distancia aleatoria, sin ningún sentido histórico y que resultó ser la Maratón más dramática de la historia, acabó estableciéndose como oficial. La IAAF así lo determinó en su congreso de 1921. Desde los Juegos Olímpicos de París 1924 es la que se utiliza.
La evolución del Maratón
El Maratón no se limitó nunca a Juegos Olímpicos. Pronto ganó popularidad y sólo un año más tarde se disputó el primer Maratón de Boston. Paulatinamente fueron apareciendo otros posteriores.
Sin embargo, hasta 1967 las mujeres no podían correr Maratón. De hecho, oficialmente no pudieron hacerlo hasta 1972. Y hasta Los Ángeles 1984 el Maratón Femenino no entró a formar parte de los Juegos Olímpicos. Incluso todavía hoy, y a pesar de constar de la misma distancia, sólo el Maratón Masculino es tratado como la prueba reina que siempre fue.
Si seguimos ciñéndonos al Maratón en los Juegos Olímpicos, hasta Río 2016 sólo 2 hombres habían conseguido proclamarse campeones en 2 ocasiones: Abebe Bikila (en Roma 1960 y Tokio 1964) y Waldemar Cierpinski (en Montreal 1976 y Moscú 1980).
En las dos últimas ediciones de los Juegos Olímpicos (Londres 2012 y Río 2016), la meta no estuvo dentro del Estadio Olímpico como siempre había sido tradición. Esto es algo que sigue extendiéndose a otras citas como los Mundiales o Campeonatos Continentales de Atletismo.
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